jueves, 20 de marzo de 2014

ORGANIZACIONES QUE FORMAMOS LA PLATAFORMA


Listado por Orden de Adhesión de las ORGANIZACIONES QUE SE FORMAN PARTE DEL GRUPO “EVANGELIO, JUSTICIA Y DERECHOS SOCIALES”, Católicas/os de Madrid a fecha 27 de noviembre de 2013
  1. Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de Madrid www.hoac.es
  2. EPPO´s de Madrid
  3. Parroquia de San Pablo
  4. Apostólicas del Corazón de Jesús
  5. Asociación Puente de Esperanza Madrid
  6. Hermanitas de Jesús de Foucauld
  7. RR de la Sagrada Familia de Burdeos
  8. Institución Javeriana
  9. Justicia y Paz de Madrid
  10. Foro de Curas de Madrid
  11. Parroquia de San Eulogio
  12. Parroquia de Santa Mª del Buen Aire
  13. COMU de P. Santa María del Buen Aire
  14. Profesores cristian@s de la educación pública
  15. Hermandades del Trabajo (HHT)
  16. Acción Cultural Cristiana (ACC)
  17. Foro de parados en acción
  18. Hermanitas de la Asunción
  19. Juventud Obrera Cristiana (JOC)
  20. RR de la Compasión
  21. Parroquia de San Basilio
  22. Hermanas Franciscanas del E.S. Comunidad de Vallecas
  23. I.S. Siervas Seglares de Jesucristo Sacerdote, Comunidad de la P. San Pablo
  24. Cristianos de la Parroquia de Santa Bibiana
  25. Parroquia de la Preciosísima Sangre
  26. Parroquia de San Cosme y San Damián
  27. Red Interlavapiés
  28. Comunidad Cristiana de Base Sto. Tomás de Aquino
  29. Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad de Madrid (Frater)www.fraterdiocesismadrid.es
  30. Parroquia de San Ambrosio
  31. Parroquia de Santo Tomás de Villanueva
  32. Cristianos Socialistas de Madrid PSM-PSOEwww.cristianospsoemadrid.blogspot.com.es
  33. Revista Alandar
  34. Capellanía del Centro Penitenciario de Navalcarnero
  35. Parroquia de la Sagrada Familia (Fuenlabrada)
  36. Fundación Ayuda Solidaria Hijas de Jesús
  37. Cristianos por el Socialismo
  38. Pastoral San Carlos Borromeo
  39. Acción Católica Obrera (ACO) de Madrid
  40. Centro de Reflexión Alberto Hurtado
  41. Parroquia San Francisco Javier y San Luis Gonzaga
  42. Pueblos Unidos
  43. Revista 21

miércoles, 5 de marzo de 2014

Evangelio, Justicia y Derechos Sociales: VIDEO 2-12-2013

Evangelio, Justicia y Derechos Sociales: VIDEO 2-12-2013

COMUNICADO 2 . LA PAZ , FRUTO DE LA JUSTICIA

Evangelio, Justicia y Derechos Sociales”, católicas/os de Madrid

LA PAZ, FRUTO DE LA JUSTICIA
Las organizaciones católicas que forman parte del colectivo Evangelio, Justicia y Derechos sociales queremos manifestar públicamente nuestra postura en relación con el Anteproyecto de Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana que el Consejo de Ministros ha aprobado el 29-11-2013.
La Ley y su contexto
En los últimos años la sociedad española está atravesando una delicada situación, consecuencia de una crisis económica producida sobre todo por una desigualdad creciente en la distribución de las rentas en las últimas décadas. Ello había obligado a la inmensa mayoría de los ciudadanos a endeudarse para hacer frente a sus necesidades más elementales.
Las entidades financieras se han beneficiado de esta situación utilizando prácticas especulativas, engañando y estafando en no pocos casos a algunos sectores de la sociedad. Los responsables políticos por su parte no han cumplido con su responsabilidad de reguladores y árbitros entre los intereses de los distintos grupos sociales. Y ellos mismos en demasiados casos se han enriquecido ilícitamente participando en episodios de corrupción.
Hoy están implementando una salida a la crisis que no sólo no corrige esta injusticia de origen, sino que profundiza más en ella. Todas las medidas que se están tomando cargan sobre la pérdida de derechos y nivel de vida de la mayoría de los ciudadanos: reformas laborales, fiscalidad, recortes en sanidad, educación, servicios sociales, pensiones, etc. y siguen beneficiando a los sectores económicamente más poderosos: ayudas a los bancos, permisividad ante el fraude fiscal y la corrupción, privatizaciones, etc.etc.
La toma de conciencia ciudadana ante esta situación ha provocado un tipo de indignación y protesta que se ha mantenido en unos límites generalmente democráticos y pacíficos. Han sido mínimos los episodios de violencia y en algunos casos hay fundados indicios de que han sido provocados por elementos ajenos a los responsables y participantes en las manifestaciones. Según cifras oficiales, en 2012 hubo 4000 manifestaciones en Madrid. Solo en 12 se registraron actos violentos. Podemos asegurarlo porque muchos de nosotros hemos participado en estas protestas.
Entendiendo que la inmensa mayoría de las movilizaciones son pacíficas, apostamos por la no-violencia como camino para construir el futuro. Nelson Mandela es un buen ejemplo de lucha no violenta y trabajo por la reconciliación en una sociedad herida.
Los jueces, por su parte, han reconocido en no pocos casos que lo que los distintos gobiernos consideraban un atentado al orden público no era otra cosa que el ejercicio de las libertades civiles. Sin embargo, frente a estas prácticas de participación democrática, la criminalización y penalización por parte de ciertos medios de comunicación y por los responsables políticos ha ido en aumento.
Creemos que el Anteproyecto de Ley, que ahora se presenta como “de Protección de la Seguridad Ciudadana”, es en realidad una normativa para desactivar los movimientos crecientes de los ciudadanos en defensa de sus derechos y su dignidad. De llevarse adelante, impedirá que podamos ejercer las más elementales libertades.
Los jueces habían primado hasta ahora la libertad de expresión y emitieron duros autos contra la actuación policial. En adelante, estas sanciones no requerirán ser refrendadas por un juez, eliminando así la última garantía democrática, ya que las sanciones administrativas podrán ser impuestas directamente por las Delegaciones de Gobierno, sin control judicial previo.
Estas medidas se complementan con las del Ministerio de Justicia: Recurrir ante los tribunales multas como las que se imponen en esta Ley costará hasta 2.750,00 euros en tasas; gastos de abogado y procurador aparte. El objetivo de estas medidas parece claro: complementar la profundización del ajuste social con un nuevo ajuste penal. Esta combinación entre represión dura y blanda no tiene otro propósito que infundir miedo y convertir a los ciudadanos que desafían al Gobierno en una masa amordazada y obediente.
La Ley, tal como está redactada, no sólo supone una represión de las movilizaciones violentas, sino una seria amenaza para las pacíficas también, porque contiene elementos de grave arbitrariedad, ante los cuales los manifestantes, incluidos los manifestantes pacíficos mayoritarios, se encuentran indefensos y sometidos a grandes multas o procesos judiciales.
B.- Opus justitiae pax
La paz y la seguridad son dos objetivos sin duda necesarios para la vida social, pero en la tradición cristiana no vale cualquier tipo de paz ni la seguridad a cualquier precio. La consigna que atraviesa toda la Biblia, formulada por los profetas de Israel es esta: “Opus justitiae pax” (La paz es fruto de la justicia, Is. 32 / 17). No una paz basada en las relaciones injustas ni en la razón de la fuerza.
El papa Francisco en su primera carta apostólica que acaba de publicar “El gozo del Evangelio” (24-11-2013) recoge esta tradición con palabras inequívocas:
Identifica la desigualdad como el mayor desafío económico de nuestro tiempo. “Hoy tenemos que decir ´no a una economía de la exclusión y la inequidad´. Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa … Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas ... por los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante” (nº 53)
Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común. Se instaura así una nueva tiranía invisible, que impone, de forma unilateral e implacable, sus leyes y sus reglas. Además, la deuda y sus intereses alejan a los países de las posibilidades viables de su economía y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real. A todo ello se añade una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones mundiales” (nº 56)
En este contexto, sigue diciendo - la verdadera seguridad ciudadana presupone el cambio de tales situaciones: “Hoy en muchas partes se reclama mayor seguridad. Pero hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erradicar la violencia... Cuando la sociedad abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar la tranquilidad, porque este sistema social y económico es injusto en su raíz … Del mal cristalizado en estructuras sociales injustas no puede esperarse un futuro mejor” (nº 59)
Las armas y la represión violenta sólo sirven para pretender engañar a los que reclaman mayor seguridad. Más que aportar soluciones crean nuevos y peores conflictos... Algunos también se regodean culpando a los pobres de sus propios males y pretenden encontrar la solución en una “educación” que los tranquilice y los convierta en seres domesticados e inofensivos” (nº 60)
El propio Jesús se enfrentó a situaciones donde quería limitarse su expresión como en su entrada en Jerusalén (Mc 11, 1-11), aclamado por el pueblo con el título subversivo de "Hijo de David", que se acabó convirtiendo en una "concentración no autorizada", lo que provocó, junto a otros factores, la crucifixión de Jesús. Este acto subversivo pacífico, la entrega de Jesús, su apuesta por los oprimidos significa para nosotros un testimonio de ánimo. Desde la cruz Jesús dona su sangre y envía su Espíritu (Jn 19, 30.34); desde ahí, los cristianos apostamos por estar junto a los crucificados de la historia y de la sociedad; Dios está junto a los testigos incondicionalmente y no hay Imperio ni Ley, ni persecución, ni condena, ni angustia, ni peligros ni espada que pueda separarnos del amor de Dios (Rm 8, 31-39) ni vaya a impedir nuestra acción y testimonio.
C.- Manifestamos
En consecuencia, ante el Anteproyecto de Ley de Seguridad ciudadana manifestamos:
- La paz de la tradición cristiana no es la de los siervos sometidos por la ley de la fuerza, sino la construida entre ciudadanos libres e iguales
- No consideramos necesaria una ley como esta. La gran mayoría de las protestas ciudadanas se han desarrollado de manera pacífica. Los episodios violentos - de origen incierto por otra parte – han sido escasos, aunque debidamente amplificados ante la opinión pública por algunos medios de comunicación y responsables políticos. Seguramente con la intención de justificar medidas como las de esta ley.
- Consideramos que esta ley supone una degradación de nuestros derechos democráticos, constitucionales, que se añade a la progresiva pérdida de derechos sociales y condiciones laborales que venimos sufriendo.
- Incluso si se diera una situación de violencia, la paz y seguridad ciudadanas no pueden florecer en un contexto previo de injusticia y violencia estructural, de pérdida progresiva de derechos sociales, de corrupción de responsables políticos, de represión policial, de manipulación de la opinión pública.
- La pretendida inseguridad ciudadana que se puede estar produciendo no tiene su origen en los procesos crecientes de indignación y participación ciudadana totalmente legítimos. Estos no son más que un síntoma de la inseguridad creciente que la mayoría de la población siente ante la pérdida progresiva de derechos sociales y condiciones laborales. Hay que actuar sobre estas causas y no tomar medidas que culpabilicen aún más a las víctimas de la situación.
- La paz y seguridad ciudadanas son fruto de unas relaciones económicas y sociales justas, del respeto a los derechos laborales, el reparto equitativo de las cargas fiscales, de unos medios de comunicación públicos que representen los distintos intereses y opiniones de todos los grupos sociales.
- Pretender solucionar los problemas de inseguridad ciudadana por la sola vía de la represión policial es síntoma de un gobierno débil con los poderosos y arrogante con los débiles.
- Las fuerzas de orden público no pueden reducirse a mantener un orden socio-económico injusto, no pueden estar únicamente al servicio de los poderosos que pretenden imponer sus intereses y sus leyes por la fuerza.
- En estas circunstancias de violencia estructural, hacemos un llamamiento a la ciudadanía a continuar participando activamente en aquellas iniciativas y convocatorias que buscan otro tipo de sociedad más justa basada en la dignidad de las personas, incluyendo actos de desobediencia civil. La historia de los cambios sociales no hubiera sido posible sin este principio de dignidad ciudadana.
- En los próximos días de Navidad, celebramos las fiestas del “Príncipe de la Paz”. Los primeros cristianos le dieron este título, que antes se atribuía al emperador, porque pensaban que la verdadera paz no se construye sobre la injusticia y las fuerzas militares del imperio, sino sobre la práctica de la justicia: “Opus justitiae pax”. El nacimiento de Jesús --"rey de los judíos", un rey de paz y justicia-- produjo el sobresalto de Herodes y toda Jerusalén (Mt 2, 1-3) y su posterior persecución, pero su voz, 2000 años después, aún no ha podido ser acallada. Hoy vuelve a alzarse ante esta Ley.
Madrid, 20 de diciembre de 2013
Organizaciones que forman parte de Evangelio, Justicia y Derechos Sociales, católicas/os de Madrid:

Acción Católica Obrera (ACO) de Madrid, Acción Cultural Cristiana (ACC), Apostólicas del Corazón de Jesús, Asociación Puente de Esperanza Madrid, Capellanía del Centro Penitenciario de Navalcarnero, Centro de Reflexión Alberto Hurtado, COMU de P. Santa María del Buen Aire, Comunidad Cristiana de Base Sto. Tomás de Aquino, Cristianos de la Parroquia de Santa Bibiana, Cristianos por el Socialismo, Cristianos Socialistas de Madrid PSM-PSOE, EPPOs de Madrid, Foro de Curas de Madrid, Foro de parados en acción, Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad de Madrid (Frater), Fundación Ayuda Solidaria Hijas de Jesús, Hermanas Franciscanas del E.S. Comunidad de Vallecas, Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de Madrid, Hermandades del Trabajo (HHT), Hermanitas de Jesús de Foucauld, Hermanitas de la Asunción, I.S. Siervas Seglares de Jesucristo Sacerdote, Comunidad de la P. San Pablo, Institución Javeriana, Justicia y Paz de Madrid, Juventud Obrera Cristiana (JOC), Parroquia de la Sagrada Familia (Fuenlabrada), Parroquia de la Preciosísima Sangre, Parroquia de San Ambrosio, Parroquia de San Basilio, Parroquia de San Cosme y San Damián, Parroquia de San Eulogio, Parroquia San Francisco Javier y San Luis Gonzaga, Parroquia de San Pablo, Parroquia de Santa Mª del Buen Aire, Parroquia de Santo Tomás de Villanueva, Pastoral San Carlos Borromeo, Profesores cristian@s de la educación pública, Pueblos Unidos, Red Interlavapiés, Revista Alandar, Revista 21, RR de la Compasión, RR de la Sagrada Familia de Burdeos.

DOCUMENTO MATRIZ


EVANGELIO, JUSTICIA Y DERECHOS SOCIALES




INTRODUCCIÓN: EL “POR QUÉ” DE ESTE DOCUMENTO

1. NOS ENCONTRAMOS ANTE UNA CRISIS MÚLTIPLE, EN UN CONTEXTO GLOBAL:

2. CAUSAS:

2.1. TÉCNICAS

2.2. POLÍTICAS

2.3. ÉTICAS

3. SUS PRINCIPALES VÍCTIMAS, LOS MENOS CULPABLES Y MÁS DÉBILES.

4. ANTE LOS NUEVOS EMPOBRECIDOS RENOVAMOS LA OPCIÓN PREFERENCIAL POR LOS POBRES

5. FRACTURA DEL ESTADO DEL BIENESTAR. QUIEBRA DE LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS

6. LA DIGNIDAD HUMANA VULNERADA

7. EL SER HUMANO, SUJETO, FUNDAMENTO Y FIN DE LA SOCIEDAD.

8. LA INICIATIVA ESTATAL Y LA INICIATIVA PRIVADA

9. LA NATURALEZA PROFÉTICA DEL SER CRISTIANO.

10. NECESIDAD DE UNA HUMANIDAD NUEVA PARA UNA SOCIEDAD NUEVA

11. TESTIMONIO Y COHERENCIA DE VIDA EN LOS CRISTIANOS Y EN LA IGLESIA.

12. PISTAS DESDE LA DSI PARA UN NUEVO MODELO DE SOCIEDAD, DE POLÍTICA Y DE ECONOMÍA.







INTRODUCCIÓN: EL “POR QUÉ” DE ESTE DOCUMENTO

Algunos cristianos de la Iglesia de Madrid (ver relación al final) nos atrevemos a tomar la palabra por ser seguidores de Jesucristo, el Buen Samaritano, que mira al apaleado en la cuneta por la crisis, le venda las heridas y le restituye su dignidad. No nos sentimos mejores que nadie, ni en posesión de la verdad, sino creemos que tenemos algo que aportar desde los criterios evangélicos y de la Doctrina Social de la Iglesia: defender los derechos sociales es un deber de fe y de justicia.  Benedicto XVI1 nos recordaba que la fe es “un acto...de responsabilidad hacia el otro y hacia los demás”.   

Es precisamente la Fe como don gratuito la que nos  hace mirar con ojos creyentes la realidad actual de nuestro país y levantar la voz como ciudadanos y católicos para pedir verdad, justicia, libertad y caridad; valores a través de los cuales se expresa la dignidad de todos los seres humanos y fundamentos de la convivencia humana2 que  cada vez son más vulnerados dado el actual deterioro de los servicios públicos que garantizan el estado del bienestar y el bien común. Queremos denunciar también que durante los tiempos de bonanza económica, los servicios de asistencia social se debilitaron en lugar de fortalecerse.

Además, sentimos que el actual estado de la situación pone en grave riesgo la paz social, pues “Los recortes están golpeando más a los que menos tienen. Y creo que de no enderezar la situación veremos consecuencias políticas serias a medio plazo” 3. No en vano dijo Juan Pablo II que “El secreto de la paz verdadera reside en el respeto de los derechos humanos” 4, y los recortes actuales los ponen seriamente en peligro5.

Situamos nuestra reflexión en el contexto de la llamada apremiante que hemos recibido todos a la Nueva Evangelización, de la cual forma parte indispensable la Doctrina Social de la Iglesia6, que es para nosotros nuestra referencia fundamental a la hora de elaborar el presente documento, además de la Constitución Española, que define el Estado español como un estado social y democrático de derecho, y en la amplia lista de derechos recogidos en la misma.

Queremos ser Iglesia presente en el mundo, una Iglesia que afronta los problemas, que se sitúa junto a los que sufren de manera solidaria y comprometida. El cardenal Suquía dijo que en la Iglesia “todos debemos sentirnos miembros unos de otros y solidarios de los más pobres7. Uno de los elementos que hace a la Iglesia un grupo social identificable, entre otros, es “un amor apasionado por el hombre, por todos los hombres y una preferencia por los más pobres, los más débiles y los más necesitados8.

Es el Papa Francisco quien nos anima a esto: “Sobre todo ahora, en este tiempo de crisis, es importante no encerrarse en sí mismos, enterrando el propio talento, las propias riquezas espirituales, intelectuales, materiales… Hay que abrirse, ser solidarios, preocuparse por los demás”.

Partiendo de esto hacemos la siguiente reflexión y propuestas, sintiendo en nuestras vidas el desafío profético de las primeras palabras de GS 1: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón”.

Por último, como católicos, nos sentimos además llamados a lanzar nuestro “grito” de denuncia y anuncio ante el “silencio escandaloso” de quienes deberían haberlo hecho y tienen más voz que nosotros.




1. NOS ENCONTRAMOS ANTE UNA CRISIS MÚLTIPLE, EN UN CONTEXTO GLOBAL:

Aunque solemos hablar de la “crisis” en “singular”, lo cierto es que nos enfrentamos a una realidad que, al menos, tiene 6 rostros distintos. Nos enfrentamos a una crisis ética, alimentaria, financiera, ecológica, política y energética.

Además, estos rostros se ven agravados por una dimensión nueva en las experiencias de crisis que hasta ahora ha vivido la humanidad: la globalidad9.

En este mundo convertido en “aldea global”, las realidades son tan interdependientes que es imposible no encontrar sólidas conexiones entre ellas y, al mismo tiempo, anunciarnos que cualquier intento de solución que no tenga en cuenta esta dimensión, está llamado irremisiblemente a fracasar10.

De hecho, aterrizando esta cuestión en el tema que nos ocupa, en su dimensión económica-financiera, “El mercado globalizado castiga a aquellas naciones que tienen altas prestaciones sociales, altos impuestos, una regulación económica intensa y salarios más altos”11. Como dice González Fabre, “Consecuentemente, las empresas que compiten en un mercado global se trasladan a donde la mano de obra sea más barata. El desarraigo de las masas laborales, el empobrecimiento de los pueblos o los vaivenes a los que sus culturas son sometidas, resultan sencillamente invisibles para quien opere desde la lógica económica del puro mercado”12.

Dicho de otra manera, la globalización actual, tal como se plantea y desarrolla, favorece la injusticia. Recordemos lo que decía Juan Pablo II en LE 19:

Hay que subrayar también que la justicia de un sistema socio-económico y, en todo caso, su justo funcionamiento merecen en definitiva ser valorados según el modo como se remunera justamente el trabajo humano dentro de tal sistema. A este respecto volvemos de nuevo al primer principio de todo el ordenamiento ético-social: el principio del uso común de los bienes. En todo sistema que no tenga en cuenta las relaciones fundamentales existentes entre el capital y el trabajo, el salario, es decir, la remuneración del trabajo, sigue siendo una vía concreta, a través de la cual la gran mayoría de los hombres puede acceder a los bienes que están destinados al uso común: tanto los bienes de la naturaleza como los que son fruto de la producción. Los unos y los otros se hacen accesibles al hombre del trabajo gracias al salario que recibe como remuneración por su trabajo. De aquí que, precisamente el salario justo se convierta en todo caso en la verificación concreta de la justicia de todo el sistema socio-económico y, de todos modos, de su justo funcionamiento. No es esta la única verificación, pero es particularmente importante y es en cierto sentido la verificación-clave.”

A la hora de analizar las causas, situamos el estudio de la matriz ética de la crisis, que está actuando como causa y efecto.




2. CAUSAS:

Aunque diversos economistas difieren a la hora de explicar las causas de la crisis, creemos que hay un consenso suficiente sobre las que a continuación exponemos como para ser consideradas como ciertas.

2.1. TÉCNICAS

Debemos tener en cuenta que las causas son una suma de factores: crisis financiera, burbuja inmobiliaria, bajos tipos de interés y valoración incorrecta de activos y bienes.

La principal causa fue la deficiente gestión de riesgos de las grandes instituciones financieras. Además, la crisis se vio facilitada por un ambiente dominado por pronunciados desequilibrios globales con grandes superávit en cuenta corriente en los países emergentes de Asia y los países exportadores de petróleo y una alto déficit en EE.UU.; políticas monetarias expansivas que dieron origen a bajas tasas de interés y a una búsqueda agresiva de retornos, excesivo apalancamiento sin garantías subyacentes y problemas de incentivos inadecuados (agencias calificadoras de riesgo, modelo de “originar para distribuir” hipotecas, remuneración de ejecutivos) que debilitaron la disciplina de mercado.

El economista y profesor de Harvard, Francis Bator usó la expresión “fracaso del mercado”. Nosotros hablaremos de “fallos del mercado”. Creemos que dos se han mostrado claramente:

* La información asimétrica: un ejemplo muy claro es lo que están sufriendo muchas personas con sus hipotecas o con los productos de inversión en los que depositaron sus ahorros (preferentes). Realidad que incluso ha afectado a los grandes profesionales: el Banco de Santander sufrió la estafa de Madoff. Este hecho hace que no se pueda poner al mismo nivel la responsabilidad de los accionistas y gestores de las grandes entidades financieras y corporaciones, la de los responsables políticos y la de la población en general. Quienes más conocimientos y responsabilidad tenían deben asumir en la misma proporción la responsabilidad y el peso de la crisis.

* La imperfección en la competencia: monopolios/oligopolios. Cada vez sufrimos más las posiciones privilegiadas en el mercado de determinadas empresas en campos como las comunicaciones, el transporte, la producción de determinados productos, etc.

Stiglitz afirma que “Hay una relación entre desigualdad e inestabilidad. Los mercados no son necesariamente justos, los ejecutivos en el mercado financiero se marcharon con megabonos mientras que los estadounidenses se fueron sin trabajo”13.

Nos parece fundamental dedicar unas pocas líneas al “mito” del crecimiento económico continuo, como si de este dependiese la “curación” de todos los males que afectan a la economía. Es bien sabido que medir la economía de un país por su capacidad de incrementar el PIB, sin tener en cuenta otras variables, como por ejemplo la distribución del mismo, es erróneo (cf. J. Stiglitz, Roca Jusmet15,...) Lo mismo que pensar que sin crecimiento económico no se puede generar empleo o satisfacer las necesidades humanas verdaderamente necesarias. La realidad demuestra que sin una justa distribución, el crecimiento económico suele servir tan sólo para que una reducida clase se enriquezca de manera escandalosa e injusta, y que con el actual PIB, se puede contribuir eficazmente al verdadero desarrollo de la población si fuese acompañado de un justo reparto de la riqueza.

Y no menos cierto es que ese crecimiento continuo se suele apoyar en la economía especulativa en detrimento de la economía real, siempre limitada por su propia naturaleza, aunque favorecedora de una economía verdaderamente productiva y sostenible.

La afirmación de MM 74 es inequívoca: “La prosperidad económica de un pueblo consiste, más que en el número total de los bienes disponibles, en la justa distribución de los mismos, de forma que quede garantizado el perfeccionamiento de los ciudadanos, fin al cual se ordena por su propia naturaleza todo el sistema de la economía nacional”16.

Lo cierto, como veremos más adelante, es que la brecha entre ricos y pobres ha crecido de una manera alarmante y escandalosa.

2.2. POLÍTICAS.

No menos cierto es que la crisis económica actual manifiesta el fracaso en el modelo de Estado de las democracias occidentales.

La desregulación financiera ha sido una de las más decididas facilitadoras de la crisis. El Estado decidió mirar a otro sitio, o fue incapaz de desarrollar una legislación eficaz que evitase los comportamientos financieros irresponsables y perjudiciales para el bien común14. En España, la pasividad de las autoridades políticas y económicas ante la burbuja inmobiliaria ha sido vergonzosa e inmoral, una pasividad aliada de los intereses económicos de quienes se han beneficiado durante la misma controlando el mercado hipotecario e inmobiliario. Y no menos grave ha sido y es la progresiva pérdida de poder adquisitivo de los salarios y, por decirlo con palabras de la Doctrina Social de la Iglesia, la pérdida de derechos del TRABAJO frente al CAPITAL.

Igual de grave e inmoral nos parecen las leyes que han obligado a los Estados a financiarse a través de las entidades privadas, haciendo que se dé la “esperpéntica realidad” que el Estado preste a los Bancos dinero a un interés mucho más bajo que luego paga a los mismos bancos cuando estos invierten en deuda pública.

Resulta evidente la incapacidad de los Estados nacionales de dar una respuesta a una economía/finanzas globalizadas. Caritas in Veritate 24 afirma:

En nuestra época, el Estado se encuentra con el deber de afrontar las limitaciones que pone a su soberanía el nuevo contexto económico-comercial y financiero internacional, caracterizado también por una creciente movilidad de los capitales financieros y los medios de producción materiales e inmateriales. Este nuevo contexto ha modificado el poder político de los estados. Hoy, aprendiendo también la lección que proviene de la crisis económica actual, en la que los poderes públicos del Estado se ven llamados directamente a corregir errores y disfunciones, parece más realista una renovada valoración de su papel y de su poder, que han de ser sabiamente reexaminados y revalorizados, de modo que sean capaces de afrontar los desafíos del mundo actual, incluso con nuevas modalidades de ejercerlos. Con un papel mejor ponderado de los poderes públicos, es previsible que se fortalezcan las nuevas formas de participación en la política nacional e internacional que tienen lugar a través de la actuación de las organizaciones de la sociedad civil; en este sentido, es de desear que haya mayor atención y participación en la res publica por parte de los ciudadanos.

En esta misma línea de pensamiento se mueve el Papa Francisco al decir que “Este desequilibrio se deriva de las ideologías que promueven la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera, negando así a los Estados el derecho de controlar. Se instaura una nueva tiranía invisible, que impone de forma unilateral y sin remedio posible sus leyes y sus reglas”.

Una economía global necesita una respuesta política global.

2.3. ÉTICAS

Hacemos nuestras las palabras del prof. R. González Fabre, sj: “Detrás de la crisis económica actual, hay en realidad fallos éticos graves tanto de sectores empresariales y políticos como de la población en general. La crisis constituye una oportunidad de aprendizaje ético para todos”.

Queremos señalar que esta crisis ética que subyace a la crisis económica manifiesta a la vez el fracaso antropológico de la cultura moderna. Como ha dicho el Papa Francisco: “La crisis financiera que estamos atravesando nos hace olvidar su origen primero, situado en una profunda crisis antropológica. ¡En la negación de la primacía del hombre! Hemos creado nuevos ídolos. El antiguo culto al becerro de oro ha encontrado una imagen nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin rostro ni objetivo verdaderamente humano”.

A diario nos llegan noticias de cómo los agentes económicos han mentido, casos de corrupción política, malversación de fondos públicos, abusos de los bancos respecto a sus clientes.

Puede que uno de los ejemplos más claros de esta crisis ética en nuestro país sea el alto nivel de fraude fiscal. El periódico El Mundo daba los siguientes datos en fechas recientes18: “A falta de datos reales, las estimaciones apuntan a que el fraude en España se sitúa entre el 20% y el 23% del Producto Interior Bruto (PIB). Otras valoraciones lo sitúan en unos 60.000 millones de euros. Según datos de Gestha, casi el 72% del fraude en España procede de grandes compañías y patrimonios. Las pymes, por su parte, son responsables del 17% mientras que a autónomos y asalariados les corresponde el 8%”.

Por desgracia, hemos asistido en los últimos años al divorcio entre la ética y las actividades económicas y políticas. En materia económica, se ha hecho realidad el dicho de “si da beneficios, hagámoslo” independientemente de si aquello que es posible es ético. Basta con ver unos minutos la película-documental Inside Job para tomar clara conciencia de esto.

Escalofriante era la noticia que daba El Mundo el 25 de abril de este año19: “El Consejo General del Poder Judicial ha dado a conocer esta mañana un informe provisional del Servicio de Inspección según el cual los Juzgados y Tribunales tramitan un total de 2.173 procedimientos de especial complejidad, de los cuales 1.661 afectan a tipos penales de corrupción política y económica: prevaricación, cohecho, malversación de caudales públicos, tráfico de influencias, estafas o apropiaciones indebidas, entre otros”.

Ante esta realidad hacemos nuestras las palabras del CDSI 411sobre la corrupción política: “compromete el correcto funcionamiento del Estado, influyendo negativamente en la relación entre gobernantes y gobernados; introduce una creciente desconfianza respecto a las instituciones públicas, causando un progresivo menosprecio de los ciudadanos por la política y sus representantes, con el consiguiente debilitamiento de las instituciones”20.

Constatamos el triste triunfo en grandes capas de la sociedad de las tesis neoliberales que reducen las exigencias éticas en la actividad económica al mínimo posible, haciendo del lucro el único fin de la actividad económica.

Estos tiempos han consagrado a unos “explotadores más o menos numerosos que han sabido, mediante la fuerza del dinero o de la organización, asegurarse sobre los demás una posición privilegiada e incluso el mismo poder”21.

Es indudable que, aunque en diversa medida, también los que formamos la ciudadanía somos culpables, aunque solo sea por un “pecado de omisión”. Durante muchos años se ha mirado a “otro lado”. El bienestar material desactivó las iniciativas ciudadanas y las movilizaciones, fundamentalmente el deber de hacer seguimiento de la vida económica y política, siendo una ciudadanía responsable y protagonista, no pasiva y consentidora. La participación es un deber ético fundamental en la democracia, constituye un auténtico estilo de vida, refleja la autonomía personal, la verdadera libertad que es capaz de asumir compromisos responsablemente y que no reduce la “representatividad democrática” a una “cesión de deberes y responsabilidades” por parte del ciudadano en manos de sus representantes políticos. Por decirlo con palabras de Pío XII, hemos sido “masa” y no “pueblo”, y “la masa...es la enemiga capital de la verdadera democracia y de su ideal de libertad y de igualdad”22.

Creemos que el relativismo moral, que prescinde de una auténtica y apasionada búsqueda de la verdad del hombre y de su dignidad, y por tanto de la sociedad, lleva a minar la base de la auténtica democracia, pues la defensa de la dignidad humana incluye los aspectos personal y social, y dicho relativismo se muestra ineficaz para defender de manera adecuada y rigurosa ambas dimensiones.

Siguiendo la enseñanza de Pío XII reclamamos una ciudadanía que verdaderamente controle y corrija la actuación de los poderes públicos, que sea realmente escuchada por éstos, especialmente cuando se le piden sacrificios y renuncias como en el momento actual23.

Pero lo cierto es que también ha habido “pecados de comisión”. Se ha adueñado de nosotros lo que Juan Pablo II denunció en CA 36, un estilo de vida “consumista” que nos lleva a rendirnos ante el “tener” en lugar de crecer en el “ser”. Traemos a la memoria las palabras de Tim Jackson: “Tenemos que confrontar la lógica del consumismo. Los días de gastar dinero que no tenemos en cosas que no necesitamos para impresionar a personas que no nos importan deben terminar. Vivir bien es buena nutrición, un hogar decente, buenos servicios públicos, comunidad estable y un empleo satisfactorio”24.

Creemos que es evidente, y la realidad así lo confirma, la presencia, fruto de todo lo anteriormente dicho, de las “estructuras de pecado”. La realidad actual, las causas que están en su base, quedan perfectamente reflejadas en las siguientes palabras de Juan Pablo II en SRS 36: Si la situación actual hay que atribuirla a dificultades de diversa índole, se debe hablar de ‘estructuras de pecado’, las cuales (…) se fundan en el pecado personal y, por consiguiente, están unidas siempre a actos concretos de las personas, que las introducen, y hacen difícil su eliminación. Y así estas mismas estructuras se refuerzan, se difunden y son fuente de otros pecados, condicionando la conducta de los hombres. ‘Pecado’ y ‘estructuras de pecado’, son categorías que no se aplican frecuentemente a la situación del mundo contemporáneo. Sin embargo, no se puede llegar fácilmente a una comprensión profunda de la realidad que tenemos ante nuestros ojos, sin dar un nombre a la raíz de los males que nos aquejan.

Y todo esto ha pasado aún siendo advertido por personas muy cualificadas de distintos ámbitos: económico, político, jurídico, técnico. Sin embargo, su voz fue silenciada y/o ninguneada. Se advirtió que no sólo era un fallo en el funcionamiento del sistema, sino que fallaba el mismo diseño del sistema, pero casi todo el mundo hizo oídos sordos.

Uno de los síntomas es el carácter cíclico de las crisis, que cuestiona el modelo económico que idolatra el mercado y nos impulsa a desarrollar otro que, en palabras de Christian Felber, sustituya el lucro y la competitividad, por el bien común y la cooperación.




3. SUS PRINCIPALES VÍCTIMAS, LOS MENOS CULPABLES Y MÁS DÉBILES.

Los máximos responsables de la crisis financiera se han lucrado escandalosa e injustamente, y la mayoría no han respondido de sus decisiones. Casi a diario, en los últimos años, hemos escuchado cómo en España se han enriquecido los dirigentes de muchas Cajas de Ahorro que han tenido que ser rescatadas por su pésima, en algunos casos delictiva gestión, cómo se han concedido auto-créditos por cifras millonarias, cómo muchos dirigentes de las empresas del Ibex reclamaban bajadas en los salarios mientras ellos se los subían, cómo dirigentes políticos a nivel local o autonómico ganan más, a veces más del doble, que el propio presidente del Gobierno, y han gestionado pésimamente el capital público, haciendo inversiones irresponsables y no rentables económica y socialmente en infraestructuras, y otros muchos campos.

Mención especial se merece la actitud de aquellos dirigentes políticos que, durante años, se negaron a aceptar la realidad de la crisis, engañando de manera deliberada a la población.

Pero lo más triste e injusto es que se privatizaron los beneficios y se están socializando las pérdidas. Son los trabajadores y las familias, y los que ya eran pobres, pues durante los años de bonanza económica no se fortalecieron los mecanismos de asistencia social que, como veremos más adelante en el punto 6, están soportando lo más duro de la crisis. Las inversiones públicas para rescatar ciertas Cajas están siendo milmillonarias, en detrimento de poder invertir ese dinero en los servicios públicos que están siendo gravemente afectados.

Queremos destacar cómo la crisis está empobreciendo especialmente a las mujeres y a los niños. En Madrid ya hay pediatras que han levantado la voz ante casos de malnutrición infantil y el proceso de recortes y de privatizaciones en nuestra Comunidad aboca a la sanidad pública a una situación cada vez más en precario, lo que agravará la situación.

Como ha dicho el Papa Francisco en la Vigilia de Pentecostés con los Movimientos eclesiales (18-5-2013): “si las inversiones en los bancos caen, tragedia; pero si la gente se muere de hambre, no tiene para comer, no tiene salud, no pasa nada”.

Pero hemos de reconocer que también todos somos víctimas. Vivimos el miedo a perder el trabajo, a no poder pagar la hipoteca, a hablar ante flagrantes injusticias. La crisis nos coloca en una situación de vulnerabilidad económica, social y ética.




4. ANTE LOS NUEVOS EMPOBRECIDOS RENOVAMOS LA OPCIÓN PREFERENCIAL POR LOS POBRES

La actual crisis ha supuesto en España no sólo el agravamiento de las clases pobres, sino también el que la clase media se esté empobreciendo notablemente, de tal modo que familias que hasta hace un par de años vivían holgadamente, hoy hacen cola para ser atendidas en los servicios sociales o en Caritas.

Los niveles de pobreza han aumentado un 8% desde el inicio de la crisis, siendo el índice de desarrollo humano un 4,4% menor del que hubiera habido sin recesión. El bienestar material ha caído un 13,7 por ciento para el conjunto de España. De continuar la crisis, la educación y la atención sanitaria se verán aún más gravemente afectadas25.

El Informe FOESSA 2013, dice: "En el último año, la pobreza en España se ha hecho más extensa, más intensa y más crónica". Señala que vivimos en una sociedad fracturada, en la que se ha incrementado severamente la desigualdad social, haciendo cada vez más difícil que las personas en situación de pobreza y marginalidad abandonen esta situación pues, para colmo de males, los recursos de protección social pública han disminuido clamorosamente y las políticas de austeridad han generado una mayor vulnerabilidad de la sociedad española. Veamos los siguientes datos:

1. Brecha ricos-pobres: Los ingresos medios del 20% de las personas más ricas de España es siete veces superior al nivel medio de ingresos de quienes tienen menos rentas (20% más pobre). Desde el comienzo de la crisis, esta diferencia se ha incrementado en un 30%.

2. La renta de 18.500 euros que en promedio recibieron los españoles en 2012 es inferior en términos de capacidad adquisitiva a la que ya existía en el año 2001.

3. Desde 2007 la renta media ha caído un 4%, mientras que los precios se han incrementado en un 10%.

4. Los hogares en los que todos los miembros activos están en paro han aumentado del 2,5% al 10,6% del total de hogares. En términos absolutos, se ha pasado de 380.000 hogares en esta situación antes de la crisis a más de 1.800.000 a finales de 2012.

Ante este agravamiento de la pobreza, renovamos la opción preferencial por los pobres. Esta opción que hunde sus raíces en las entrañas del Evangelio, en el ser y hacer de Jesucristo, ha sido subrayada y defendida con claridad por Juan Pablo II26 y Benedicto XVI27.

Nosotros, siguiendo a Juan XXIII que afirmó que “la Iglesia quiere ser de todos y, en particular, la de los pobres”, asumimos con especial intensidad las palabras del Papa Francisco que ha manifestado públicamente su deseo de una Iglesia pobre y para los pobres: “Los pobres, los abandonados, los enfermos, los marginados son la carne de Cristo28.

Esta opción preferencial por los pobres nos exige cambiar estilos de vida y adoptar compromisos concretos en todos los ámbitos de la vida29. Esta opción nos impide callar y permanecer quietos ante la crisis y sus consecuencias. No olvidemos la invitación de Benedicto XVI el 1 de enero de 2009, en la que se nos exhortaba a poner a los pobres en primer lugar para afrontar la crisis financiera adecuadamente.




5. FRACTURA DEL ESTADO DEL BIENESTAR. QUIEBRA DE LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS

Sin querer ser exhaustivos, estamos viendo cómo disminuye la inversión en Sanidad, Educación, Justicia, Transporte Público, Servicios Sociales y Dependencia y Pensiones, cómo se pierden garantías laborales y se debilitan los sistemas de protección social; cómo derechos constitucionales como el acceso a la vivienda se convierte en sueño inalcanzable para multitud de familias. Asistimos a la explotación del obrero que supone la economía sumergida.

La política fiscal no está dotada de una justa progresividad, se suben los impuestos indirectos que afectan por igual a ricos y pobres, se siguen aceptando modos y tipos de inversión que permiten grandes injusticias fiscales (p.e. SICAV), de tal modo que, en muchos casos, el que menos tiene es el que más paga.

Se confunde la rentabilidad económica con la rentabilidad social, no se implementan sistemas que permitan una mejor redistribución de la riqueza y, lo que es peor, nadie habla de cómo se recuperará lo que se está perdiendo.

Detrás de esto está en grave riesgo el respeto, defensa y cumplimiento eficaz de los derechos humanos sociales y económicos.

Juan Pablo II afirmó que: “los derechos humanos están estrechamente entrelazados unos con otros, siendo expresión de aspectos diversos del único sujeto, que es la persona. La promoción integral de todas las categorías de los derechos humanos es la verdadera garantía del pleno respeto por cada uno de los derechos”30.

Por esto, ante aquellos que hablan de libertad, nosotros queremos recordar que sin una igualdad esencial, que queda garantizada por un desarrollo adecuado del Estado del Bienestar, esa libertad y la justicia son imposibles, y la fractura en el Estado del Bienestar crea desigualdad y es expresión de graves injusticias. ¿Sobre esta realidad se puede construir verdaderamente la libertad? Nosotros decimos rotundamente, NO.

El debilitamiento de los Servicios Públicos sólo puede dar como frutos el ahondamiento y aumento de la exclusión social. ¿Qué libertad tiene el trabajador que cuenta cada vez con una menor protección legal? ¿Acaso la desesperación, fruto de la pobreza, no le llevará a aceptar trabajos en peores condiciones y con menos garantías? ¿Qué libertad tendrán el niño o la niña que no han disfrutado de los medios adecuados de formación y educación? Sin un determinado nivel de igualdad, la democracia se reduce a una libertad puramente formal en la que fácilmente, amparándose en el número de votos, establezcamos la llamada sociedad de los dos tercios.

En coherencia con lo dicho hasta ahora, nuestra denuncia va acompañada también de un llamamiento enérgico a toda la ciudadanía para que haga un uso y aprovechamiento responsable y eficiente de los recursos públicos. No basta con exigir, hay que responder con “determinada determinación” que diría Santa Teresa.

Teniendo claro que el grado de responsabilidad es distinto, señalamos que, si es injusto el Estado/Ordenamiento político que no garantiza el bienestar universal, no menos injusta y reprobable es la actitud y comportamiento de aquellos que no aprovechan los medios y servicios que se ponen a su disposición, por no hablar del “¿Quieres factura? Si es así te tengo que cargar el IVA”. En el punto 2.2. hemos hecho referencia a la gravedad en España del fraude fiscal.

La “tolerancia” y “aprobación” pública de comportamientos irresponsables en este sentido constituye una grave lacra social. Como ha afirmado la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la DSI repetidamente, los Derechos van acompañados de Deberes. Ambos se necesitan mutuamente.

El Concilio Vaticano II, al hablar de las instituciones de previsión y seguridad social, advertía: “Al organizar todas estas instituciones debe cuidarse de que los ciudadanos no vayan cayendo en una actitud de pasividad con respecto a la sociedad o de irresponsabilidad y egoísmo” (GS 69b).




6. LA DIGNIDAD HUMANA VULNERADA

El Papa Francisco ha señalado muy acertadamente que la actual crisis “Es una crisis en la que el hombre es quien sufre las consecuencias de esa inestabilidad. Hoy día está en peligro el hombre, la persona humana”.

Ante esta situación y estas palabras nos parece muy adecuado e importante volver a señalar que, frente a aquellos que reniegan de fundamentar los derechos humanos y la dignidad de todo ser humano, la Iglesia, desde su reflexión teológica, puede ofrecer a todos los seres humanos de hoy un fundamento “fuerte” y esperanzado de su grandeza. Por enésima vez recordamos que todo ser humano es hijo de Dios, hecho a su imagen y semejanza, salvado y redimido por Cristo y llamado a compartir la vida eterna que Dios nuestro Padre nos ofrece por medio de la resurrección de Jesucristo, nuestro hermano y Señor.

La fe de la Iglesia en la visión del ser humano como imagen de Dios hay que situarla en su fe trinitaria31, en la que se fundamenta su afirmación de la dimensión social del hombre y de la sociabilidad de la vida humana (Cf. CDSI 149).

Esta visión integral del ser humano, como ser personal y social, también tiene una decisiva trascendencia en el tema que nos ocupa, pues la Iglesia no entiende la dignidad de la persona “sólo en su aspecto personal, sino también en la vida social”32.

Todo proyecto económico y/o político que no respete esta grandeza, que no la fomente y la proteja, que la manipule o instrumentalice, no puede ser aceptada por los católicos. Y la actual “oferta” neoliberal y capitalista se apoya en una antropología contraria a la que defiende la DSI33.

Los Derechos Humanos son expresión de esta dignidad humana, y ante la nueva ofensiva del capitalismo que “sataniza” la participación del Estado en la economía, nosotros recordamos las palabras de Juan Pablo II en CA 40: “Es deber del Estado proveer a la defensa y tutela de los bienes colectivos, como son el ambiente natural y el ambiente humano, cuya salvaguardia no puede estar asegurada por los simples mecanismos de mercado. Así como en tiempos del viejo capitalismo el Estado tenía el deber de defender los derechos fundamentales del trabajo, así ahora con el nuevo capitalismo el Estado y la sociedad tienen el deber de defender los bienes colectivos que, entre otras cosas, constituyen el único marco dentro del cual es posible para cada uno conseguir legítimamente sus fines individuales. He ahí un nuevo límite del mercado: existen necesidades colectivas y cualitativas que no pueden ser satisfechas mediante sus mecanismos; hay exigencias humanas importantes que escapan a su lógica; hay bienes que, por su naturaleza, no se pueden ni se deben vender o comprar”.

Y estas exigencias humanas quedan reflejadas éticamente en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (arts. 22-28) y políticamente en lo que llamamos Estado Social o del Bienestar, en cuyo logro en Europa tanto ha influido el pensamiento social cristiano y políticos de profundas convicciones católicas como K. Adenauer, R. Schuman y A. de Gásperi.

Ante los ataques continuos que a lo largo de la historia se han dado contra la dignidad humana, Leonardo Boff hace la siguiente afirmación:

¿Cómo ha afrontado la Iglesia esta situación deshumanizante? Podemos afirmar que, por muy diversas que hayan sido las situaciones, las estrategias y las tácticas, la Iglesia (comunidad de fieles) ha sentido siempre una aguda preocupación por los pobres. Estos han sido siempre una espina clavada en su conciencia y una invitación constante a extender la mano y a socorrer. En sustancia, la Iglesia ha sido fiel a la tradición de Jesucristo, que optó por los pobres, a pesar de no ser pobre de origen, desde el punto de vista sociológico; y ha sido también fiel a la tradición apostólica, que en los comienzos había unido la conversión al Evangelio con la conversión social, poniendo «todos los bienes en común, repartiendo entre todos, según las necesidades de cada uno, no habiendo entre ellos ningún necesitado» (cf. Hech 2,44-45; 4,34). La solicitud por los pobres ha constituido siempre una preocupación eclesial y apostólica. Se trata ciertamente de un problema jamás resuelto, pero ello no significa que se haya caído en bloque en la resignación y en la inoperancia. En la Iglesia siempre se ha hecho algo por los pobres”34.

Es de justicia hacer cita explícita de la Escuela de Salamanca, los obispos Coruña y Valdivieso, o de experiencias históricas como las Reducciones Jesuíticas del Paraguay, las Hospitalidades de Vasco de Quiroga, el trabajo de León Harmel, Mons. Ketteler, las aportaciones a la Declaración Universal de los Derechos Humanos de René Cassin, el trabajo de Ellacuría, sj. y compañeros, Mons. Romero, Teresa de Calcuta, el Card. Von Galen y de tantos otros, verdadera lista interminable, que se han enfrentado a los dos mayores enemigos de la dignidad humana: la pobreza y las ideologías totalitarias.




7. EL SER HUMANO, SUJETO, FUNDAMENTO Y FIN DE LA SOCIEDAD.

Lo dijo claramente Pío XII en BH 11: “El hombre como tal, quien, lejos de ser el objeto y un elemento puramente pasivo de la vida social, es, por el contrario, y debe ser y permanecer, SU SUJETO, SU FUNDAMENTO Y SU FIN”.

Esta centralidad de la persona sitúa como primer deber, que al mismo tiempo legitima su existencia, de la Autoridad política la búsqueda del Bien Común.

La Iglesia ha reflexionado extensamente sobre el mismo. Podemos sintetizar su pensamiento en los siguientes puntos:

1. Es “El conjunto de condiciones sociales que permitan a los ciudadanos el desarrollo expedito y pleno de su propia perfección” MM 65. Abarca todas las dimensiones del ser humano, las materiales y espirituales (PT 57. 59)

2. “No es la suma simple de intereses particulares, sino la valoración y armonización de éstos, realizada según una jerarquía de valores basada en la exacta comprensión de la dignidad de la persona” (CA 47)35.

3. Todos, personas, instituciones, autoridades están obligados a buscar el Bien Común (PT 53-54). Éstos tienen derecho a gozar de las condiciones de vida social que resultan de la búsqueda del mismo (CDSI 167).

4. Una sociedad que quiera positivamente estar al servicio del ser humano ha de proponerse como meta prioritaria el BC (CDSI 165).

5. Su contenido está determinado por las exigencias de la naturaleza humana (PT 55). Consiste principalmente en la defensa de los derechos y deberes de la persona (PT 60, CDSI 16636).

6. Los gobernantes, por razones de justicia y equidad, deben cuidar especialmente de los ciudadanos más débiles, para defender sus intereses y derechos legítimos (PT 56).

7. Las exigencias del Bien Común derivan de las condiciones sociales de cada época (CDSI 166).

8. Se puede considerar como la dimensión social y comunitaria del bien moral (CDSI 164).

Y después de leer esto, nos preguntamos ¿cabe en cabeza humana defender que esto es posible sin unos adecuados servicios públicos que garanticen a todos los ciudadanos, especialmente a los que están en mayor situación de vulnerabilidad social, el acceso a bienes básicos y fundamentales como son la atención sanitaria, la educación, la vivienda o unas condiciones laborales humanas y justas?

En el punto 2.1. hacíamos una breve reflexión sobre el papel del Estado en la economía. Pues bien, uniendo eso al tema del Bien Común y los derechos humanos, en orden a legitimar y defender el Estado del Bienestar y los servicios públicos, PT 64 dice:

Por todo ello es indispensable que los Poderes públicos pongan esmerado empeño en favorecer el progreso social a la par del económico, en los ciudadanos; y así cuidarán bien de que, correspondiendo a la productividad nacional, se desarrollen los servicios esenciales, como la red de carreteras, los medios de transporte y de comunicaciones, los créditos, la distribución del agua potable, la vivienda, la asistencia sanitaria, la instrucción, las condiciones idóneas para la práctica de la religión y, finalmente, la ayuda para las expansiones recreativas. También cuidarán los gobernantes de auxiliar, mediante los seguros sociales, a los ciudadanos en casos de calamidades públicas, o por exigirlo así el crecimiento de las familias, de suerte tal que nunca les falte lo necesario para una vida digna. Cuidarán también de que a los obreros capaces de trabajar no les falte el trabajo conveniente a su capacidad y fuerzas, y que cada uno de ellos reciba el salario que le corresponda en justicia y equidad; que en las empresas puedan los obreros sentirse responsables; que oportunamente se puedan constituir entidades intermedias que faciliten con el mayor fruto la convivencia social; y que, finalmente, por los medios y en los grados oportunos, todos puedan participar en los bienes de la cultura.”

Para que esta acción del Estado sea verdaderamente provechosa, debe de atenerse a unos criterios éticos adecuados: “En orden al bien común se debe perseguir siempre, con constante determinación, el objetivo de un justo equilibrio entre libertad privada y acción pública, entendida tanto como intervención directa en economía, como actividad de apoyo para el desarrollo económico. En cualquier caso, la intervención pública deberá atenerse a criterios de equidad, racionalidad y eficiencia, y no sustituir la acción de los particulares, contra su derecho a la libertad de iniciativa económica. El Estado, en este caso, se vuelve perjudicial para la sociedad: una intervención directa demasiada amplia termina por anular la responsabilidad de los ciudadanos y produce un crecimiento excesivo de los aparatos públicos, guiados más por lógicas burocráticas que por el objetivo de satisfacer las necesidades de las personas” (CDSI 354).

No podemos dejar de hablar, precisamente por el contexto global en el que se mueve hoy en día la economía, del Bien Común Universal37, que debe hacernos huir de la tentación de caer en reclamar soluciones que, a costa de perpetuar la explotación y la pobreza en ciertos países, garanticen la opulencia en el Norte.




8. LA INICIATIVA ESTATAL Y LA INICIATIVA PRIVADA

Como acabamos de ver, todos, absolutamente todos, individuos, instituciones, autoridades, deben de contribuir al Bien Común.

Para la Iglesia, tanto la economía como la política tienen que estar al servicio del Bien Común. Ambas iniciativas deben de coordinarse y colaborar de manera adecuada para garantizarlo, o lo que es lo mismo, para que su contenido, el conjunto de derechos y deberes frutos de la dignidad humana, sean debidamente protegidos, respetados y cumplidos.

El pensamiento social de la Iglesia supera la dialéctica de la confrontación público-privado y señala como camino verdadero el de la cooperación de ambas instancias desde el respeto a los principios de solidaridad y subsidiaridad.

Como señala el CDSI 353: “Es necesario que mercado y Estado actúen concertadamente y sean complementarios. El libre mercado puede producir efectos benéficos para la colectividad solamente en presencia de una organización del Estado que defina y oriente la dirección del desarrollo económico, que haga respetar las reglas equitativas y transparentes, que intervenga también de modo directo, por el tiempo estrictamente necesario, en los casos en que el mercado no logre obtener los resultados de eficiencia deseados y cuando se trata de llevar a cabo el principio de redistribución. En efecto, en algunos ámbitos el mercado no es capaz, usando todos sus mecanismos, de garantizar una distribución equitativa de algunos bienes y servicios esenciales para el crecimiento humano de los ciudadanos: en este caso la complementariedad entre Estado y mercado es más necesaria que nunca”.

Esto, por desgracia, cada vez es más difícil y repercute más negativamente en los servicios públicos expresión del Estado del Bienestar. Así lo explica Benedicto XVI:

Desde el punto de vista social, a los sistemas de protección y previsión, ya existentes en tiempos de Pablo VI en muchos países, les cuesta trabajo, y les costará todavía más en el futuro, lograr sus objetivos de verdadera justicia social dentro de un cuadro de fuerzas profundamente transformado. El mercado, al hacerse global, ha estimulado, sobre todo en países ricos, la búsqueda de áreas en las que emplazar la producción a bajo coste con el fin de reducir los precios de muchos bienes, aumentar el poder de adquisición y acelerar por tanto el índice de crecimiento, centrado en un mayor consumo en el propio mercado interior. Consiguientemente, el mercado ha estimulado nuevas formas de competencia entre los estados con el fin de atraer centros productivos de empresas extranjeras, adoptando diversas medidas, como una fiscalidad favorable y la falta de reglamentación del mundo del trabajo. Estos procesos han llevado a la reducción de la red de seguridad social a cambio de la búsqueda de mayores ventajas competitivas en el mercado global, con grave peligro para los derechos de los trabajadores, para los derechos fundamentales del hombre y para la solidaridad en las tradicionales formas del Estado social. Los sistemas de seguridad social pueden perder la capacidad de cumplir su tarea, tanto en los países pobres, como en los emergentes, e incluso en los ya desarrollados desde hace tiempo. En este punto, las políticas de balance, con los recortes al gasto social, con frecuencia promovidos también por las instituciones financieras internacionales, pueden dejar a los ciudadanos impotentes ante riesgos antiguos y nuevos” (CV 25a)

Pero creemos que es la propuesta de Benedicto XVI (CV 24) que reclama más sociedad, mayor participación cuantitativa y cualitativa de los ciudadanos, la que debemos nosotros desarrollar y potenciar, sin olvidar, dada la cada vez mayor cantidad de personas en situación de precariedad, lo que decía León XIII: “Los derechos, sean de quien fueren, habrán de respetarse inviolablemente; y para que cada uno disfrute del suyo deberá proveer el poder civil, impidiendo o castigando las injurias. Sólo que en la protección de los derechos individuales se habrá de mirar principalmente por los débiles y los pobres. La gente rica, protegida por sus propios recursos, necesita menos de la tutela pública; la clase humilde, por el contrario, carente de todo recurso, se confía principalmente al patrocinio del Estado. Este deberá, por consiguiente, rodear de singulares cuidados y providencia a los asalariados, que se cuentan entre la muchedumbre desvalida” (RN 27).

No menos importante es en el contexto actual español, donde hay miles de viviendas vacías, públicas y privadas, y cada vez un mayor número de familias sin hogar, recordar la enseñanza de la Iglesia respecto a la propiedad y el destino universal de los bienes.

Juan Pablo II lo sintetiza así: “Es necesario recordar una vez más aquel principio peculiar de la doctrina cristiana: los bienes de este mundo están originariamente destinados todos. El derecho a la propiedad privada es válido y necesario, pero no anula el valor de tal principio. En efecto, sobre ella grava "una hipoteca social", es decir, posee, como cualidad intrínseca, una función social fundada y justificada precisamente sobre el principio del destino universal de los bienes. En este empeño por los pobres, no ha de olvidarse aquella forma especial de pobreza que es la privación de los derechos fundamentales de la persona...” (SRS 42e).38

Desde esta perspectiva no podemos dejar de denunciar el proceso privatizador de servicios públicos –en especial en las pensiones, la enseñanza y la sanidad- que se está produciendo en nuestro país y muy particularmente en nuestra Comunidad de Madrid. Consideramos que es éste un proceso que privatiza bienes que son comunes y que afecta a los derechos de todos pero fundamentalmente a los de aquellos que menos tienen y más están sufriendo la crisis. Encontramos en todo el proceso una connotación fundamentalmente economicista y de búsqueda de beneficio para las empresas privadas que están implicadas en ello, a costa de la calidad de los servicios que se dispensen y todo ello con la excusa de la necesidad de reducir los gastos.

También encontramos este fenómeno y así lo denunciamos en los ámbitos de la dependencia, el transporte público, la justicia, la seguridad, los servicios sociales y otros.




9. LA NATURALEZA PROFÉTICA DEL SER CRISTIANO.

Un personaje fundamental en la Historia de la Salvación es el Profeta. Frente a la falsa imagen como “adivinos”, el profeta de Israel es un creyente vocacionado, que se ha encontrado con Dios y, a pesar de dudas y miedos, ha respondido afirmativamente al proyecto que le ha invitado a realizar, ha sido capaz de compartir esta experiencia y la ha hecho el cimiento y motor de su vida.

Una dimensión fundamental del ser profeta es la lectura creyente de la realidad. No hay profetas de laboratorio. El profeta vive inmerso en la vida de los hombres, escucha, ve, dialoga,...; radiografía la realidad buscando en ella todo lo que manifiesta la salvación que nos ofrece el Dios vivo y verdadero. Por eso, el verdadero profeta es un hombre de esperanza, es un hombre que anuncia que la salvación no sólo es posible, sino que es una realidad. Pero para hacer esto, son necesarias también la denuncia, el valor, la sabiduría y la fe para poner al descubierto todo aquello que rompe y/o dificulta la realización de los planes de Dios.

Todos los bautizados hemos sido configurados con “Cristo, sacerdote, profeta y rey”, todo cristiano está llamado a ser profeta, y a vivir esta vocación en nuestra doble dimensión de ser seres personales y sociales. Es toda la realidad la que debe leer y juzgar proféticamente. Es decir, los recortes, los desahucios, el paro, la pérdida de derechos laborales, el incremento de la pobreza, requieren esta lectura, este anuncio y esta denuncia, porque son realidades de “muerte” y, frente a esto, afirmó San Ireneo que “La gloria de Dios es que el hombre viva”.

En sintonía con esto, “la doctrina social desempeña una tarea de anuncio y también de denuncia. Ante todo, el anuncio de lo que la Iglesia posee como propio: «una visión global del hombre y de la humanidad», en un plano no sólo teórico, sino práctico. La doctrina social, en efecto, no ofrece solamente significados, valores y criterios de juicio, sino también las normas y las directrices de acción que de ellos se derivan. Con esta doctrina, la Iglesia no persigue fines de estructuración y organización de la sociedad, sino de exigencia, dirección y formación de las conciencias. La doctrina social comporta también una tarea de denuncia, en presencia del pecado: es el pecado de injusticia y de violencia que de distintas maneras afecta a la sociedad y en ella toma cuerpo. Esta denuncia se hace juicio y defensa de los derechos ignorados y violados, especialmente de los derechos de los pobres, de los pequeños, de los débiles. Y es tanto más necesaria esta denuncia cuanto más se extiendan las injusticias y las violencias, que abarcan categorías enteras de personas y amplias áreas geográficas del mundo, y dan lugar a cuestiones sociales, es decir, a abusos y desequilibrios que agitan las sociedades. Gran parte de la enseñanza social de la Iglesia es requerida y determinada por las grandes cuestiones sociales, para las que quiere ser respuesta de justicia social” (CDSI 81).

Y esto está entrañablemente unido a la acción evangelizadora. Como decía Pablo VI, la verdadera evangelización siempre exige la verdadera promoción humana (EN). De hecho, “con su doctrina social, la Iglesia se hace cargo del anuncio que el Señor le ha confiado. Actualiza en los acontecimientos históricos el mensaje de liberación y de redención de Cristo, el Evangelio del Reino. La Iglesia, anunciando el Evangelio, «enseña al hombre, en nombre de Cristo, su dignidad propia y su vocación a la comunión de personas; y le descubre las exigencias de la justicia y de la paz, conformes a la sabiduría divina»” (CDSI 63).

Esto nos invita a que nuestras comunidades parroquiales, grupos, movimientos,... sean verdaderas escuelas que promuevan y eduquen en una espiritualidad que lleve al encuentro con el Dios de la vida, defensor de los pobres, en una espiritualidad mosaica, profética y liberadora.

La catequesis, los catecumenados de adultos, las celebraciones sacramentales, la misma vida comunitaria, la formación permanente,... deben “rezumar” esta espiritualidad profética.




10. NECESIDAD DE UNA HUMANIDAD NUEVA PARA UNA SOCIEDAD NUEVA

San Pablo nos exhortaba en la carta a los Efesios a revestirnos de “la nueva humanidad, creada a imagen de Dios con justicia y santidad auténticas” (Ef 4, 24:)

En la situación actual, donde sentimos la necesidad urgente de transformar la sociedad, estas palabras resuenan en nuestro interior con gran intensidad. Como hemos visto en el punto 8, el ser humano es un ser personal y social. Es muy importante que tengamos en cuenta esto a la hora de hacer una reflexión y propuesta ética coherente y sólida desde el punto de vista antropológico y cristiano.

SRS 36, como hemos recogido anteriormente, nos habla de las “estructuras de pecado”, que no anulan la responsabilidad ética de las personas, pero que presentan tal grado de complejidad y opacidad, que muchas veces nos hacemos cómplices de ellas ignorándolo. ¡Cuántas personas honradas y dignas habrán trabajado en Lehman Brothers!

Esta realidad nos impone afrontar estos problemas desde las estructuras y las instituciones pero, al mismo tiempo, no podemos olvidar que todo cambio serio y con vocación de permanencia y futuro tendrá que apoyarse a su vez en serias y firmes opciones éticas personales.

Oigamos al CDSI 332: “La expansión de las riquezas, visible en la disposición de bienes y servicios, y la exigencia moral de una equitativa difusión de estos últimos deben estimular a las personas y a la sociedad en su conjunto a practicar la virtud esencial de la solidaridad para combatir, con espíritu de justicia y de caridad, dondequiera que existan las «estructuras de pecado» que generan y mantienen la pobreza, el subdesarrollo y la degradación. Estas estructuras están edificadas y consolidadas por mucho actos concretos de egoísmo humano”.

Como dice J. Zeitz: “Necesitamos códigos, principios y directrices para nuestra acción ética. Pero hay que señalar que el derecho y la ley no son lo mismo que la ética. Por sí solas, las leyes no pueden garantizar la acción ética ni cubren todo el espectro de decisiones morales que deben tomar las personas”39

Hacemos nuestras las siguientes palabras: “La dependencia entre sujeto humano y estructuras sociales no es unidireccional, sino recíproca. Si la persona depende, aunque no totalmente de las estructuras, también estas están condicionadas en parte por las personas, especialmente cuando actúan asociadas. Cabe hablar, por tanto, también de ética al referirse a la acción colectiva sobre las estructuras de la sociedad”40.




11. TESTIMONIO Y COHERENCIA DE VIDA EN LOS CRISTIANOS Y EN LA IGLESIA.

Sólo una Iglesia con una vida coherente, verdaderamente evangélica tendrá la cualidad de la credibilidad. Lo dijo el Señor claramente: “Los hombres se le presentaron y le dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado a preguntarte si eres tú el que había de venir o si tenemos que esperar a otro. En ese momento Jesús sanó a muchos de enfermedades, achaques y malos espíritus; y devolvió la vista a muchos ciegos. Después les respondió: Id a informar a Juan de lo que habéis visto y oído: ciegos recobran la vista, cojos caminan, leprosos quedan limpios, sordos oyen, muertos resucitan, pobres reciben la Buena Noticia. Y dichoso el que no tropieza por mi causa.” (Lc 7, 20-23)

“Por sus frutos los conoceréis” nos dice S. Mateo (7, 16ss; Lc 6, 43ss). Ya hemos hablado en este escrito de la Iglesia pobre, de los pobres y para los pobres. Pero esas expresiones serán pura retórica si no van acompañadas de los signos adecuados: la austeridad en los medios, la comunicación cristiana de bienes, el evitar todo aquello que nos haga aparecer como aliados o cómplices de “los poderes de este mundo”, renunciar a todo dinero injusto, la trasparencia financiera, un estilo de vida austero y encarnado, la renuncia al “carrerismo”, evitar una falsa concepción de la caridad que oculte o justifique las injusticias, un verdadero esfuerzo por conocer, difundir y aplicar la DSI, adoptar las mismas opciones financieras que señala Caritas in Veritate (fondos de inversión éticos, economía de comunión,...).

Todos debemos de reflejar en nuestras vidas, personal y eclesialmente, la experiencia del Buen Samaritano, que camina atento a la realidad, que se detiene ante el caído en el camino, que invierte en él su tiempo, sus bienes y su vida, haciéndose así testigo creíble del Dios de Jesucristo.

Creemos que es urgente en estos tiempos que los cristianos tengan una participación activa en el campo de la política y de lo político. Hemos de afrontar conjuntamente la transformación personal y social, individual y comunitaria/institucional.

Un cambio que no vaya acompañado del sincero esfuerzo de transformar las estructuras injustas, ─sociales, económicas, políticas y culturales─, no es cristiano, pues no reflejaría la enseñanza de la Iglesia sobre el hombre y la sociedad, ni reflejaría adecuadamente el magisterio eclesial sobre el Bien Común.

Y este estilo de vida, estas opciones, deben de ser adoptadas por todos los católicos individualmente y por toda la Iglesia comunitaria e institucionalmente. En los pocos meses de pontificado del Papa Francisco, son innumerables sus exhortaciones en esta dirección.

Nos parece muy urgente que la Iglesia a través de sus Medios de Comunicación Social anuncie y defienda con claridad y sin fisuras la Doctrina Social de la Iglesia, y que exprese claramente su Opción por los Pobres, que en nuestro tiempo toma forma concreta en la defensa de los servicios sociales y del Estado del Bienestar, sin ambigüedades ni “medias tintas”. Nos duele que muchas veces cadenas de radio y televisión vinculadas a la Iglesia ofrezcan un mensaje no acorde con los principios y opciones de la DSI, incluso en ocasiones claramente en contra.

Como dijo Mons. Oscar Romero, “La Iglesia no puede callar ante estas injusticias del orden económico, del orden político, del orden social. Si callara, la Iglesia sería cómplice con el que se margina y duerme un conformismo enfermizo, pecaminoso. O con el que se aprovecha de ese adormecimiento del pueblo para abusar y acaparar económicamente, políticamente, y marginar a una inmensa mayoría del pueblo. Esta es la voz de la Iglesia, hermanos” (Homilía 24-7-1977).

Concluimos, la Iglesia debe recordarse todos los días que está llamada a prolongar la Encarnación del Verbo para que los signos y prodigios que hizo el Señor sigan siendo una realidad por la acción de su Iglesia dócil al Espíritu Santo.




12. PISTAS DESDE LA DSI PARA UN NUEVO MODELO DE SOCIEDAD, DE POLÍTICA Y DE ECONOMÍA.

Este es un documento que trata de hacer un análisis ético de la situación actual de los derechos sociales. Su finalidad no es ofrecer pistas “técnicas”. Esas se darán en otros lugares y momentos. Pero si queremos ofrecer algunas afirmaciones fundamentales de la DSI sobre los servicios y derechos sociales que deben de iluminar y quedar reflejadas en las propuestas técnicas.

GS 66: “Para satisfacer las exigencias de la justicia y de la equidad hay que hacer todos los esfuerzos posibles para que, dentro del respeto a los derechos de las personas y a las características de cada pueblo, desaparezcan lo más rápidamente posible las enormes diferencias económicas que existen hoy, y frecuentemente aumentan, vinculadas a discriminaciones individuales y sociales




GS 26d: Es, pues, necesario que se facilite al hombre todo lo que éste necesita para vivir una vida verdaderamente humana, como son el alimento, el vestido, la vivienda,…, a la educación, al trabajo,… .




GS 84: “…las instituciones de la comunidad internacional deben, cada una por su parte, proveer a las diversas necesidades de los hombres tanto en el campo de la vida social, alimentación, higiene, educación, trabajo, como en múltiples circunstancias particulares que surgen acá y allá; por ejemplo, la necesidad general que las naciones en vías de desarrollo sienten de fomentar el progreso, de remediar en todo el mundo la triste situación de los refugiados o ayudar a los emigrantes y a sus familias




PT 11: Concretando ya los derechos humanos, todo ser humano tiene el derecho a la existencia, a la integridad física, a los medios indispensables y suficientes para un nivel de vida digno, especialmente en cuanto se refiere a la alimentación, al vestido, a la habitación, al descanso, a la asistencia sanitaria, a los necesarios servicios sociales. De ahí el derecho a la seguridad en caso de enfermedad, de invalidez, de viudez, de vejez, de paro y en cualquier otra eventualidad de pérdida de los medios de subsistencia por circunstancias ajenas a su voluntad (MM 55; 61)




PT 13: De la naturaleza humana nace también el derecho a participar en los bienes de la cultura y, por lo tanto, el derecho a una instrucción fundamental y a una formación técnico-profesional conforme al grado de desarrollo de la propia comunidad política. Y para esto a todos se debe facilitar el acceso a los grados más altos de la instrucción según sus méritos personales, de tal manera que los hombres, en cuanto sea posible, puedan ocupar puestos de responsabilidad en la vida social, todo ello según sus aptitudes y capacidades adquiridas




Organizaciones que forman parte del colectivo Evangelio, Justicia y Derechos Sociales, católicas/os de Madrid:

Acción Católica Obrera (ACO) de Madrid, Acción Cultural Cristiana (ACC), Apostólicas del Corazón de Jesús, Asociación Puente de Esperanza Madrid, Capellanía del Centro Penitenciario de Navalcarnero, Centro de Reflexión Alberto Hurtado, COMU de P. Santa María del Buen Aire, Comunidad Cristiana de Base Sto. Tomás de Aquino, Cristianos de la Parroquia de Santa Bibiana, Cristianos por el Socialismo, Cristianos Socialistas de Madrid PSM-PSOE, EPPOs de Madrid, Foro de Curas de Madrid, Foro de parados en acción, Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad de Madrid (Frater), Fundación Ayuda Solidaria Hijas de Jesús, Hermanas Franciscanas del E.S. Comunidad de Vallecas, Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de Madrid, Hermandades del Trabajo (HHT), Hermanitas de Jesús de Foucauld, Hermanitas de la Asunción, I.S. Siervas Seglares de Jesucristo Sacerdote, Comunidad de la P. San Pablo, Institución Javeriana, Justicia y Paz de Madrid, Juventud Obrera Cristiana (JOC), Parroquia de la Sagrada Familia (Fuenlabrada), Parroquia de la Preciosísima Sangre, Parroquia de San Ambrosio, Parroquia de San Basilio, Parroquia de San Cosme y San Damián, Parroquia de San Eulogio, Parroquia San Francisco Javier y San Luis Gonzaga, Parroquia de San Pablo, Parroquia de Santa Mª del Buen Aire, Parroquia de Santo Tomás de Villanueva, Pastoral San Carlos Borromeo, Profesores cristian@s de la educación pública, Pueblos Unidos, Red Interlavapiés, Revista Alandar, Revista 21, RR de la Compasión, RR de la Sagrada Familia de Burdeos.








1Discurso inaugural a la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (Aparecida, 13-31 de mayo de 2007

2Pacem in Terris 35.

3http://www.lne.es/gijon/2010/12/13/detras-crisis-hay-fallos-eticos-graves-politicos-empresarios/1006698.html. Entrevista al Prof. Raúl González Fabre, sj

4Juan Pablo II, Mensaje para Jornada Mundial por la Paz, 1 de enero de 1999. .

5Juan Pablo II, Mensaje para la celebración de la XXXV Jornada Mundial de la Paz, 1 de enero de 2002. No hay paz sin justicia. No hay justicia sin perdón, 3: “La verdadera paz, pues, es fruto de la justicia, virtud moral y garantía legal que vela sobre el pleno respeto de derechos y deberes, y sobre la distribución ecuánime de beneficios y cargas”.

6Juan Pablo II, CA 5. Cf. Discurso al Colegio jurídico de la Universidad lateranense, 10/3/84: “La Iglesia ha aprendido y aprende de la parábola del Buen samaritano y de otras páginas del Evangelio que su misión evangelizadora tiene como parte indispensable el compromiso por la justicia y la tarea de la promoción del hombre”. CDSI 60-71.

7Un sacerdote capaz de compadecer. Homilía en la celebración de los cien años de presencia amigoniana 1889-1989: BOAMA 9 (1988) 569.

8Doctrina Social de la Iglesia: BOAMA 6 (1991) 479.

9CV 33b: “La novedad principal ha sido el estallido de la interdependencia planetaria, ya comúnmente llamada globalización”.

010Pontificio Consejo Justicia y Paz, Por una reforma del sistema financiero y monetario internacional en la prospectiva de una Autoridad Pública con competencia universal, 3: “la agenda de cuestiones a tratar a nivel global se hace cada vez más amplia. Piénsese, por ejemplo,.. en el gobierno de la economía y en las políticas de desarrollo; en la gestión de los flujos migratorios... En todos esos campos, resulta cada vez más evidente la creciente interdependencia entre los Estados y las regiones del mundo, y la necesidad de respuestas, no sólo sectoriales y aisladas, sino sistemáticas e integradas, inspiradas por la solidaridad y por la subsidiaridad, y orientadas hacia el bien común universal”; Cf. http://www.lne.es/gijon/2010/12/13/detrás-crisis-hay-fallos-éticos-graves-políticos-empresarios/1006698.html. Entrevista al Prof. Raúl González Fabre, sj: “en un entorno competitivo global, donde se obtienen ventajas económicas de aprovechar países con requerimientos sociales y medioambientales muy bajos, lo que cada empresa puede hacer es importante pero limitado. Necesitamos reglas de juego más estrictas a escala global, de manera que no pueda ganarse ventaja de actividades destructivas a largo plazo. Un comienzo sería promulgar normas regionales (por ejemplo, europeas) que prohíban las importaciones de bienes cuya producción no cumpla unos mínimos sociales y medioambientales”.

11J. Estefanía, Aquí no puede ocurrir. El nuevo espíritu del capitalismo, Madrid 2000, 85. Citado en L. González-Carvajal, La fuerza del amor inteligente. Un comentario a la encíclica “Caritas in Veritate”, de Benedicto XVI, Santander 2009, 70.

212R. González Fabre, sj, La cuestión ética de las decisiones abstractas en los mercados globales :

313http://www.eleconomista.es/interstitial/volver/bwibex/economia/noticias/4680493/03/13/Stiglitz-critica-el-uso-del-PIB-para-medir-la-economia-de-un-pais.html

515“Muchos críticos de esta perspectiva han destacado adecuadamente la importancia de la distribución. El bienestar o la calidad de vida de cualquier individuo depende en primer lugar de la realización de lo que Sen llama capacidades básicas como las que permiten estar bien nutrido, protegido del frío o no verse afectado por la morbilidad evitable o mortalidad prematura (Sen, 1996, p.56). Estas capacidades no dependen sólo del acceso a bienes y servicios -pensemos por ejemplo en las personas obligadas a trabajar o vivir en un ambiente contaminado que afecta a su salud- y, además, tendríamos que considerar como necesidades humanas básicas algunas de no materiales como la de disfrutar de un cierto grado de autonomía (Doyal y Gough, 1994). La discusión sobre las necesidades es compleja pero no hay duda de que la distribución de los bienes y servicios es en gran parte la que determina si todos o la inmensa mayoría de la población pueden cubrir las necesidades materiales básicas. Aquí es relevante no sólo la distribución del gasto monetario sino también el peso que tienen los bienes y servicios públicos (tales como la sanidad, la educación o el cuidado de niños o ancianos) a los que se accede por criterios diferentes al poder de compra”.

616CDSI 303: “El bienestar económico de un País no se mide exclusivamente por la cantidad de bienes producidos, sino también teniendo en cuenta el modo en que ellos son producidos y el grado de equidad en la distribución de la renta, que a todos debería permitir disponer de lo necesario para el desarrollo y el perfeccionamiento de la propia persona. Una justa distribución de la renta debe establecerse no sólo sobre la base de criterios de justicia conmutativa, sino también de justicia social, es decir, considerando, además del valor objetivo de las prestaciones laborales, la dignidad de los sujetos que las realizan. Un bienestar económico auténtico se alcanza también a través de adecuadas políticas sociales de redistribución de la renta que, teniendo en cuenta las condiciones generales, consideren oportunamente los méritos y necesidades de cada ciudadano”.

414http://www.elconfidencial.com/mercados/archivo/2008/10/24/noticias_48_greenspan_entona_culpa_reconoce_equivoco.html. EFE - 24/10/2008 07:48h.: En una comparecencia en el Comité de Supervisión y Reforma del Gobierno, en la Cámara de Representantes, Greenspan dijo que los mercados deberían haber estado más regulados y reconoció que estuvo "parcialmente" equivocado cuando apostó por la desregulación. Greenspan...dijo que las empresas y mercados financieros "deberían estar mucho más regulados para impedir el peor tsunami financiero del último siglo". Durante el período en el que Greenspan encabezó la Reserva Federal, en EEUU se aceleró el proceso de desregulación, mientras que en los mercados financieros se multiplicaron los sofisticados "instrumentos" de inversión especulativa.

818http://www.elmundo.es/elmundo/2013/04/14/economia/1365900896.html.

919http://www.elmundo.es/elmundo/2013/04/25/espana/1366889013.html.

020Cf. Nota del Consejo Pontificio «justicia y paz»: la lucha contra la corrupción. 21/9/2006.

121BH 19.

22BH15-17

323BH 14.

424http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2011/09/110929_economia_capitalismo_occidente_tim_jackson_az.shtml.

525http://www.abc.es/sociedad/20130515/abci-crisis-hace-aumentar-pobreza-201305151554.html.

626SRS 42.

727Discurso Inaugural, 3. Aparecida: “la opción preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza (cf. 2 Co 8, 9)”

828Francisco: 12-V-13. Homilía en la Misa de las canonizaciones. Cf. Vigilia de Pentecostés. 18-5-2013: “Tocar la carne de Cristo, tomar sobre nosotros el dolor de los pobres, no es la pobreza una categoría filosófica o cultural, es una categoría teologal, diría la primera categoría. Porque el Hijo de Dios se hizo pobre para caminar con nosotros por la calle. Esta es nuestra pobreza, la que nos ha traído el hijo de Dios con su encarnación”.

929SRS 42-43:

030Juan Pablo II, Mensaje para la celebración de la XXXII Jornada Mundial de la Paz, 1 de enero de 1999: El secreto de la paz verdadera reside en el respeto de los derechos humanos, 3.

131 CDSI 34: “La revelación en Cristo del misterio de Dios como Amor trinitario está unida a la revelación de la vocación de la persona humana al amor. Esta revelación ilumina la dignidad y la libertad personal del hombre y de la mujer y la intrínseca sociabilidad humana en toda su profundidad: «Ser persona a imagen y semejanza de Dios comporta también existir en relación al otro ‘yo’», porque Dios mismo, Uno y Trino, es comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. En la comunión de amor que es Dios, en la que las tres Personas divinas se aman recíprocamente y son el Único Dios, la persona humana está llamada a descubrir el origen y el fin de su existencia y de la historia”.

232BH 11.

33Cf. RN, QA, LE, SRS, CA.

434L. Boff, San Francisco de Asís. Ternura y vigor, Santander 1982, 81-82.

535Cf. En el contexto actual, desde 1989, donde la caída del Muro de Berlín hace pensar en la victoria definitiva del capitalismo, al reflexionar sobre el Bien Común, viene a nuestra memoria este texto del Pontificio Consejo Justicia y Paz: “A la base de las disparidades y de las distorsiones del desarrollo capitalista, se encuentra en gran parte, además de la ideología del liberalismo económico, la ideología utilitarista, es decir la impostación teórico-práctica según la cual «lo que es útil para el individuo conduce al bien de la comunidad». Es necesario notar que una «máxima» semejante, contiene un fondo de verdad, pero no se puede ignorar que no siempre lo que es útil individualmente, aunque sea legítimo, favorece el bien común. En más de una ocasión es necesario un espíritu de solidaridad que trascienda la utilidad personal por el bien de la comunidad”.

636“Las exigencias del bien común derivan de las condiciones sociales de cada época y están estrechamente vinculadas a la promoción de la persona y al reconocimiento, promoción y garantía de sus derechos fundamentales. Estas exigencias se refieren, ante todo, al compromiso por la paz, la organización de los poderes del Estado, a la existencia de un sólido ordenamiento jurídico, la salvaguardia del ambiente, a la prestación de los servicios esenciales de las personas, algunos de los cuales son, al mismo tiempo, derechos del hombre: alimentación, vivienda, trabajo, educación y acceso a la cultura, transporte, salud, libre circulación de informaciones y tutela de la libertad religiosa. Todo ello, sin olvidar el deber de las naciones en la edificación de relaciones de cooperación internacional al servicio de la promoción del bien común universal”.

737GS 84; CIC 1911; Pontificio Consejo Justicia y Paz, Por una reforma del sistema financiero y monetario internacional en la prospectiva de una Autoridad Pública con competencia universal.

838Cf. CDSI 176: Mediante el trabajo y gracias a su inteligencia, el hombre domina la tierra y la convierte en su digna morada: «De este modo se apropia una parte de la tierra, la que ha conquistado con su trabajo, he ahí el origen de la propiedad individual». La propiedad privada, como las demás formas de dominio privado sobre los bienes «aseguran a cada cual una zona absolutamente necesaria para la autonomía personal y familiar y deben ser considerados como ampliación de la libertad humana (…) al estimular el ejercicio de la tarea y de la responsabilidad, constituyen una de las condiciones de las libertades civiles. La propiedad privada es elemento esencial de una política económica auténticamente social y democrática, así como garantía de un recto orden social. La doctrina social enseña que la propiedad de los bienes debe ser accesible a todos, de modo que todos se conviertan en propietarios, al excluir el recurso a formas de «posesión indivisa para todos»; 177: La tradición cristiana nunca ha reconocido el derecho a la propiedad privada como derecho absoluto e intocable: «Al contrario, siempre lo ha entendido en el contexto más amplio del derecho común de todos a usar los bienes de la creación entera: el derecho a la propiedad privada como subordinado al derecho al uso común, al destino universal de los bienes». El principio del destino universal de los bienes afirma, tanto el pleno y perenne señorío de Dios sobre toda realidad, como la exigencia de que los bienes de la creación se orienten al desarrollo de todo el hombre y de humanidad entera. Este principio no se opone al derecho de propiedad, sino que indica la necesidad de reglamentarlo. La propiedad privada, sean cuales fueren sus formas y regímenes jurídicos concretos, es sólo un instrumento para el respeto del principio del destino universal de los bienes y, por tanto, un medio y nunca un fin.

939J. Zeitz-A. Grün, Dios, el dinero y la conciencia. Diálogo entre un monje y un alto ejecutivo, Santander 2011, 130.

040Ética y responsabilidad empresarial. Fabre