“Evangelio, Justicia y Derechos Sociales”,
católicas/os de Madrid
UNA
EUROPA DE LOS CIUDADANOS
Las
organizaciones católicas que forman parte del colectivo Evangelio,
Justicia y Derechos sociales queremos manifestar públicamente
nuestra postura en relación con las elecciones europeas del próximo
25 de Mayo-2014.
A.-
El rapto de Europa:
Desde
mediados del siglo pasado, Europa puso en marcha una comunidad no
sólo económica sino también política, inspirándose en el modelo
de Economía Social de Mercado, que combina el principio de libertad
económica con la necesidad de intervención del Estado en la
economía para conseguir un orden social más justo. Este modelo ha
permitido desplegar el Estado de Bienestar y ha logrado establecer la
paz entre los países europeos.
Pero
en las últimas décadas este proyecto europeo ha sufrido la
acometida de la lógica económica neoliberal. Para estos, la
intervención del Estado que preconizaba el proyecto europeo suponía
un poderoso freno a sus intereses. Poco a poco las políticas
neoliberales parasitaron el proyecto europeo poniéndolo al servicio
de otros objetivos. En vez de crear un poder ejecutivo supranacional
que controlara la economía europea, se aseguraron de que ningún
poder democráticamente elegido pudiera condicionar los mercados
financieros. Así se está generalizando un modelo en el que todo es
objeto de marcado, incluso los derechos sociales básicos.
Destacamos
algunos mecanismos que han hecho posible este cambio de rumbo: Se
otorga una absoluta independencia al nuevo Banco Central Europeo y se
le encomienda un único objetivo: controlar los precios, olvidándose
de promocionar una política económica orientada al crecimiento y al
empleo.
El
Tratado de Maastrich-1992 estableció que son las entidades
financieras privadas las que han de financiar a los Estados, no los
Bancos Nacionales ni el Banco Central Europeo. Esta medida ha hecho,
por ejemplo, que la deuda pública del Estado español esté hoy casi
en el 100 % del nuestro P.I.B. Mientras que si se hubiera financiado
al interés del Banco Central Europeo estaría en el 14 %.
El
texto del proyecto de Constitución Europea-2005 reflejaba una clara
desconfianza hacia el poder político democrático que habría de
regular el gran mercado. Atribuir rango constitucional a esas
políticas era un modo de convertir en legales numerosas
disposiciones y prácticas de corte claramente neoliberal
La
llegada de la crisis económica junto con estas medidas está
haciendo posible el desmantelamiento del Estado de Bienestar, primero
en los países de la periferia europea, pero poco a poco también en
los países centrales. El mismo presidente del B.C.E., Mario Draghi
lo ha proclamado: “El modelo social europeo está muerto” (“Wall
Street Journal”, 23-2-2012)
Se
ha acuñado una expresión para esta sumisión de la mayoría a los
intereses de una minoría: democracia “acorde a los mercados”:
“La elaboración del presupuesto del Estado es una prerrogativa
fundamental del Parlamento, pero ese democrático ha de estar en
conformidad con las exigencias del mercado”, decía A. Merkel en
Septiembre de 2011
El
sueño de un gobierno europeo, capaz de hacer frente a los mercados e
impulsar políticas al servicio del bien común se ha desvanecido.
Nos encontramos con la llegada a Europa de lo que se ha denominado
“la Gran Desigualdad”, que está multiplicando las diferencias de
renta entre clases sociales. La mayor parte de las rentas del
crecimiento van a parar a una reducidísima minoría mientras la gran
mayoría de la población ve sus rentas estancadas o incluso
reducidas.
Últimamente
en sus previsiones de mejoría económica, confunden
la recuperación de las tasas de ganancia de las inversiones
capitalistas con el nivel de vida de la clase trabajadora y las capas
medias de la población. En realidad este nivel de vida lejos de
mejorar, sigue empeorando, con destrucción de empleo, degradación
de las condiciones de trabajo y derechos laborales, acumulación de
deudas, deterioro de la educación y la sanidad…
B.-
Orientaciones cristianas:
Entre
los fundadores de Europa muchos desarrollaron una praxis cristiana de
la vida y de la vocación política. Y las orientaciones cristianos
estuvieron, junto a otras, en el origen de medidas que garantizaban
la combinación de la libertad económica con la intervención del
Estado en la economía.
Juan
Pablo II
recogía en 2005 algunas de estas orientaciones: “Europa no puede
encerrarse en sí misma. No puede desinteresarse del resto del mundo.
Debe convertirse en parte activa en la promoción y realización de
una globalización de la solidaridad … con la convicción de que
los mercados tienen que ser controlados por las fuerzas sociales y
por el Estado, de manera que se garantice la satisfacción de las
exigencias fundamentales de toda la sociedad” ( “Ecclesia in
Europa” 112)
También
Francisco
ha recordado últimamente: “Al Estado compete el cuidado y la
promoción del bien común de la sociedad… Desempeña un papel
fundamental en la búsqueda del desarrollo de todos, que no puede ser
delegado,” (“Evangelii Gaudium”, nº 240) “Los habitantes de
una nación desarrollan la dimensión social de sus vidas
configurándose como ciudadanos responsables en el seno de un pueblo,
no como masa arrastrada por las fuerzas dominantes. El ser ciudadano
fiel es una virtud y la participación en la vida política es una
obligación moral” (id. 220)
Y
las Comisiones
de los Episcopados de la Unión Europea
proponen ante estas próximas elecciones (religiondigital,
11-4-2014): “El número de "nuevos pobres" está
creciendo a un ritmo alarmante. Hemos de hacer lo posible para que
todos accedan a un reparto más justo de los bienes. El principio de
solidaridad debe gobernar las políticas en todos los niveles de la
UE, entre las naciones, las regiones y grupos que constituyen la
población. Tenemos que construir un mundo diferente, presidido por
la solidaridad.
Es
de vital importancia que el tratamiento de los inmigrantes en cada
punto de entrada de la UE sea humano, que sus derechos humanos sean
respetados escrupulosamente, y que se haga todo lo posible, para
asegurar su integración en la sociedad de acogida. No se puede
tratar la inmigración sólo con políticas de seguridad, con vallas
y concertinas.
Hay
que invertir con sentido social en el Sur, especialmente en África,
para crear medios de vida allí y no solo para lograr beneficios a su
costa aquí. Es necesario cambiar la lógica imperante del interés
por la de la solidaridad".
C.-
Más Europa – Otra Europa:
Por
nuestra parte, para avanzar en la realización de estos objetivos,
creemos que hay que aprovechar estas elecciones y acudir a votar.
Aunque no el único, la participación el día 25 de mayo en las
urnas es un medio básico para que los más débiles tengan
oportunidades de cambio y para reconducir el proyecto europeo.
Seleccionamos algunas de las propuestas que se están planteando:
-
Una
Europa abierta:
Superar la etapa de colonialismo económico y mantener relaciones
comerciales igualitarias con otros pueblos. Profundizar la
cooperación al desarrollo.
Integrar
a los ciudadanos inmigrantes. La defensa de los derechos humanos ha
de prevalecer a la hora de establecer políticas de migración, de
control de frontera. Para que puedan circular en condiciones de
legalidad y seguridad.
-
Una
Europa económica y social:
Avanzar hacia un Gobierno económico de Europa. Federalización de
las políticas fiscales y económicas.
Establecer los mecanismos necesarios para luchar contra el fraude y
los paraísos fiscales en todos los países de la U.E.
La
economía ha de estar al servicio de la mayoría de los ciudadanos.
La política monetaria del Banco Central Europeo debe orientarse al
crecimiento económico que genera empleo.
La
U.E. ha de contar con un presupuesto propio mayor con mayores
ingresos, e introducir nuevos impuestos a las grandes fortunas, como
la tasa “Tobin” sobre los movimientos especulativos de capitales.
-
Una
Europa democrática:
El Parlamento europeo debe tener competencias a la hora de establecer
la política económica y las políticas fiscales de todos los
países.
La
Carta de Derechos Fundamentales de la U.E. ha de tener valor jurídico
en toda la Unión y garantizar la protección transnacional de los
derechos de los trabajadores
-
Una
Europa de los ciudadanos:
Pero consideramos que esta Europa de los ciudadanos no será viable
si no acumulamos fuerza social suficiente para diseñar las
instituciones europeas con otros criterios e intereses. Si queremos
superar el alto paro crónico, la precariedad, la progresiva pérdida
de derechos sociales y el atropello a los derechos humanos, hay que
recuperar soberanía popular.
Ya
que la actual Unión Europea y el euro han sido diseñados para
potenciar la hegemonía de la banca, el capital transnacional y los
grupos económicos dominantes. Y estos poderes económicos no tienen
ningún interés en una Europa federal, con Gobierno, Parlamento
digno de tal nombre, un territorio sobre el que las leyes o la Carta
Social Europea sean de obligado cumplimiento. El capital
transnacionalizado no permitirá un orden político también
transnacionalizado.
Esta
soberanía ciudadana permitirá, por ejemplo, romper la cadena de
dependencia en que nos ha situado el reformado artículo 135 de
nuestra Constitución y que está en el origen de todos los recortes
en derechos sociales ya que exige al Estado pagar la deuda antes que
satisfacer cualquier otra obligación social.
Permitirá
también establecer una auditoría de la Deuda Pública, con la
consiguiente moratoria sobre la deuda legítima y la negativa a pagar
la que se considere ilegítima. Con estas medidas evitaríamos la
imparable pérdida de derechos sociales y su privatización. Es más
importante restablecer la actividad económica, los derechos sociales
y el empleo que satisfacer a los acreedores.
Los
países de la periferia europea no queremos ser una colonia de las
grandes entidades financieras, no queremos ser mano de obra barata y
ver cómo los jóvenes dejan lo mejor de su preparación en otros
países, queremos que se queden, queremos un país soberano y
recuperar nuestra dignidad.